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miércoles, 4 de julio de 2012

PARÁBOLA


Si la Constitución Europea, si el tratado constitucional que denostaron los holandeses y los franceses en sus referendums, hubiera tenido vigencia sin ambages no cabe la menor duda de que la obligatoria vinculación jurídica entre los diferentes estados integrantes de la Unión y la aplicación del principio de subsidiareidad hubiera facilitado la regeneración económica que Rajoy se ha tenido que batir en singular duelo dialéctico.

El escenario en el que se ha desenvuelto el Presidente del Gobierno no ha sido un campo de rosas porque, en resumidas cuentas, los responsables de los Estados con mando en plaza no han dejado de darle largas a sus peticiones de amparo so pretexto de que, el que Alemania y Francia principalmente, hayan efectuado innumerables reconsideraciones a los gobernantes españoles sobre la necesidad de afrontar las medidas de control del déficit galopante en el que nos vemos inmersos no le confieren legitimación para pretender una atribución exorbitante de medios económicos como el que realmente se necesita para salir de la crísis.

En Bruselas han compuesto una fábula que ni las de Esopo. Más o menos seria de este tenor: hubo una vez una familia en la que todos sus integrantes eran laboriosos, honestos y responsables menos uno que, a diferencia de los demás, vivía por encima de sus posibilidades, trabajaba poco, derrochaba mucho dilapidando su patrimonio y el del primero que se le pusiera por delante haciendo inversiones innecesarias, contratando servicios sin reparar en sus costes o en si el momento y el gasto fueran recomendados financieramente. Pues bien, bajo esta situación el hermano mayor no tuvo más remedio que hacerle, al díscolo, sensatas reconvenciones sobre lo insostenible de su alocada actitud que requería un inmediato cambio de su desenfrenada vida. Persuadido el hermano pródigo de que las admoniciones fraternales eran sensatas y estaban presididas por el sólo afán de procurar su único bienestar, adopta un cambio radical abandonando su "moddus vivendi" incomprensiblemente excesivo para, cual si de hormiguita se tratara, iniciar una estricta subsistencia fundamentada en la laboriosidad, las restricciones y el ahorro. Pero, claro, durante esta nueva vida, comprobó que a pesar de sus esfuerzos, de su vida llena de sacrificios; trabajando y siendo riguroso como nunca lo había sido en la esperanza de mejorar su existencia, sin embargo ahora vivía peor que antes. Incluso con carencias que le eran desconocidas. Ante esta situación acudió al hermano que tan buenos consejos le había dado para que; además, le facilitase los recursos económicos de que carecia en el buen entendimiento de que obras son amores y no buenas razones; viéndose sorprendido en su buena fé cuando el hermano-consejero-Petronio le contestó que "verdes las habían segado" que carecía de vínculo que le obligara juridicamente a efectuar desembolso de ningún tipo en su favor .

"Jo mizos deloi joti..." Esta fábula nos enseña que bien pudimos haber hecho en su día todo lo conducente para que el tratado constitucional se hubiera firmado por todos y así si podríamos haber apelado a esa Convención, Pacto o Tratado que hubiera garantizado nuestro necesario e inmediato apoyo subsidiario. Conclusión: más Europa...pero...de verdad.

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